Una enferma terminal mostrará su boda y su muerte a los medios británicos

Jade Goody es una persona coherente: ha vivido su vida ante los medios y delante de éstos quiere estar cuando toque a su fin. Un momento que no se demorará más allá de las próximas semanas según el criterio de los oncólogos, que acaban de certificar que los tumores se le desparraman sin control por el organismo y que es imposible hacer nada más.

Jade se casará este domingo con su novio disoluto y tiene previsto filmar los detalles de la ceremonia, que se celebrará en un lujoso hotel rural del condado de Essex. También ha vendido los derechos de las instantáneas de la ceremonia, que corresponderán a la revista ‘OK’ y que, según la cadena británica Sky, ascienden hasta la suma de 700.000 libras (790.000 euros).

El traje de novia de Manuel Mota se lo ha regalado el dueño de Harrod’s, Mohamed al Fayed, y los gastos de la ceremonia correrán a cuenta de un jugoso rosario de exclusivas con las que Jade planea dejar un legado millonario para sus hijos. «Me gustaría que Dios me explicara por qué no me ha dado más tiempo para estar con ellos», asegura abatida.

Luego vendrá, según ha confesado Jade, la ceremonia de la muerte en directo, que se emitirá en Living TV. Un final adecuado -por lacrimógeno y prematuro- para quien ha ido sacando brillo durante años al título oficioso de reina de la televisión basura del Reino Unido. Porque desde que hace siete años entrara en la casa de ‘Gran Hermano’, Jade Goody se ha desenvuelto como pez en el agua sometida al escrutinio del ojo público.

Poco ha importado que sea vulgar, soez, inculta o irrelevante. Al contrario. Esos son precisamente sus mejores atributos. Los que la convierten en el espejo perfecto del populacho que dispara las cifras de audiencia y agota los tabloides en los quioscos.

‘Abonada’ a la polémica

Su cénit lo alcanzó por ejemplo con una andanada de insultos racistas proferidos en el ‘Gran Hermano’ para famosos contra una concursante india. Un episodio que generó un incidente diplomático y disparó de inmediato su caché mediático. A partir de entonces, escándalo y Jade han sido sinónimos.

Por ejemplo, cuando fue la primera concursante de ‘GH’ en tener sexo delante de las cámaras o cuando en 2006 anunció que correría el maratón de Londres y se desplomó en el kilómetro 34 como por arte de magia. Cada escalón redundaba en su desprestigio personal pero engordaba su cuenta corriente, en una dinámica adictiva que ahora parece decidida a seguir hasta el final.

La fama televisiva empujó a Jade a explotar su imagen en todos los frentes posibles. Publicó su autobiografía, lanzó una cadena de salones de belleza y escribió un libro de recetas de cocina.

Criada por un padre drogadicto que murió en plena sobredosis mediática de su hija, Jade tuvo dos hijos -Bobby Jack y Freddie- y luego se enzarzó en una relación desasosegante con otra criatura televisiva, Jack Tweed. Fue entonces cuando se presentó por sorpresa el cáncer, diagnosticado en agosto del año pasado. Como no podía ser menos, Jade enseguida lo hizo público y empezó a rodar un programa titulado ‘El progreso de Jade’, dedicado a desmenuzar los detalles morbosos de su tratamiento. Conocida esta semana la metástasis, el espacio ha pasado a denominarse sólo Jade pero sigue en antena. Y ahí seguirá mientras no se extinga la llama de su vida.

http://www.elmundo.es/elmundo/2009/02/18/comunicacion/1234954125.html

 


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