Tribuna. El giro de la terapia celular

Con el descubrimiento de las células pluripotenciales inducidas (iPS) se ha dado un giro a los avances en terapia celular, ya que se está investigando con un material de gran flexibilidad y disponibilidad que no plantea los problemas éticos que surgen con las embrionarias.
Natalia López Moratalla. Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Navarra22/05/2008
«A new year and a new era», afirmaba M. Pera en Nature. En efecto, este año 2008 se ha dado un giro importante en la investigación con las células madre, sus aplicaciones en la medicina regeneradora y la obtención de productos humanos, especialmente líneas celulares por parte de empresas biotecnológicas. De hecho, está siendo un año de avance espectacular en la biología de las células madre pluripotentenciales y su maduración natural en el organismo durante el desarrollo, especialmente en cómo se guardan estas células con capacidad regeneradora en los nichos específicos de cada órgano y tejido; es decir, las células madre de adulto.

El uso terapéutico de estas células es una posibilidad real que requiere mucha investigación básica y clínica. La creatividad científica ha permitido en menos de diez años algo espectacular.

Puede responder -y debe divulgar esas respuestas- a grandes interrogantes: ¿Cómo se van produciendo las células madre a lo largo del desarrollo embrionario y la vida? ¿Cuál es la función natural de las células madre de adulto y cómo ayudar para que se ejerza en el organismo sano y, sobre todo, en el enfermo? ¿Qué le aportan a la madre durante el embarazo las troncales del hijo que pasan a la circulación y perduran durante decenios y colonizan una variedad de órganos maternos? ¿Cómo circulan las células de la médula ósea y cómo vuelven a esa gran reserva para todo el organismo?

Los órganos y las lesiones degenerativas son muy diversos. Es obvio que, según sea el tejido dañado y el tipo de lesión, el proceso regenerador será más o menos complejo. Hay procesos de diferenciación celular, como el de formación de la sangre, que permiten autotrasplantes de células en enfermedades hematológicas.

Hay lesiones que se remedian transfiriendo al lugar afectado un tipo celular que aporta los materiales necesarios en el sitio adecuado, incluso en forma de una prótesis. Es el caso, por ejemplo, del uso de las células autólogas de la médula ósea en necrosis óseas y en lesiones del cartílago articular, que cuando se incorporan a los soportes adecuados sirven para tratar fracturas. Parece posible realizar una ingeniería celular en la que se pueda implantar directamente la prótesis con estas células.

El cerebro, por el contrario, tiene múltiples sistemas de maduración de células; y además las neuronas que se alteran, y el mecanismo patológico, es diferente en las diversas enfermedades neurodegenerativas.

En general, y especialmente en Parkinson, no basta estimular la formación de neuronas y células endógenas, sino que al mismo tiempo hay que impedir la muerte celular. Para esto se ensaya el trasplante de células madre manipuladas para expresar moléculas protectoras.

Se ha comprobado que el corazón no está diferenciado a término, sino que dispone de células madre capaces de madurar a los diversos tipos celulares que constituyen este músculo vital. Ahora bien, no es fácil asegurar la funcionalidad cardiaca tras un infarto.

El principal esfuerzo, en orden al uso terapéutico de las células madre de adulto, pasa por la identificación del potencial de cada tipo celular y su transferencia al paciente, al desarrollo de sistemas que aseguren su incorporación funcional al tejido afectado. De ahí que se estén probando sofisticadas manipulaciones previas al trasplante y el empleo de materiales para el transporte de las células y la utilidad clínica de estos procedimientos.

En la etapa inicial de la terapia regeneradora es necesario aislar las células, activarlas in vitro y transferirlas de nuevo al órgano dañado; sin embargo, para el futuro próximo se trata de inducir y potenciar in vivo la función que ya naturalmente poseen.

Un aspecto importante para la eficacia a largo plazo de la medicina regeneradora es conocer el envejecimiento de las células troncales.

Falta mucha investigación básica y clínica para conseguir el sistema regenerador específico para cada lesión, especialmente aquélla que exige eliminar la causa de la destrucción celular.

Y obviamente todas las normas legales, los pasos previos de investigación en modelos adecuados, etc. han de ser cumplidos con rigor.

Trabajos fracasados
Las células madre embrionarias provenientes de embriones generados por fecundación suelen fracasar como material celular para terapia.

También sucede algo similar con las buscadas células humanas provenientes de la transferencia del núcleo de una células somática a óvulos desnucleados. La posibilidad de conseguir líneas celulares con dotación genética elegida para investigación no se ha logrado por transferencia nuclear y si se lograra siempre arrastraría la incongruencia de meter como materia prima óvulos humanos.

Pues bien, ya disponemos de la alternativa perfecta para investigación y para obtener los productos biotecnológicos necesarios y de interés sanitario. Hoy se pueden manipular células humanas de adulto y generar células con pluripotencialidad inducida (iPS) que poseen el mismo potencial de crecimiento y diferenciación de las células troncales embrionarias. Sustituyen con creces a las posibilidades biotecnológicas soñadas para las embrionarias.

La reprogramación inducida en células hasta el estado embrionario abre perspectivas importantes tanto a la investigación básica como a la clínica.

El compromiso ético de Yamanaka, diseñador de esta tecnología, en relación con su uso hacia otros fines es un ejemplo de la responsabilidad del investigador y supone asumir que la ciencia triunfa al servicio del hombre sólo desde la ética.

El conocimiento de los procesos básicos no significa que la clínica actual con células troncales de adulto tenga que esperar para ir avanzando a que se haya entendido todo lo que ocurre in vivo.

Significa que no se puede dejar atrás la investigación básica sobre el desarrollo y la construcción de los órganos y los mecanismos para la regeneración del tejido. El avance es necesariamente lento, ya que requerirá conocer el proceso de maduración: las señales moleculares que lo ponen en marcha y las vías de señalización requeridas.

http://www.diariomedico.com/edicion/diario_medico/mi_dm/biotecnologia/actualidad/es/desarrollo/1126457_04.html


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