ESTEBAN GRECIET Don Mariano Bermejo, ministro de Casi Nada, ha recibido a una asociación promotora de la eutanasia y del suicidio asistido, modalidad ésta que consiste en una especie de homicidio practicado por encargo del propio aspirante a muerto.
No hay que decir la simpatía con la que tan animosas propuestas son recibidas por el Gobierno que, afirma Bermejo, se encuentra sumergido en «un período de reflexión profunda». La propuesta es que hay que avanzar en la despenalización de ambas conquistas sociales, lo que sin duda se conseguirá una vez que el Gobierno salga de su letárgica reflexión, que es de esperar sea superada felizmente al final del verano.
Una de las revelaciones de este encuentro sobre los derechos funerarios ha sido que «se muere peor en Madrid que en Barcelona», índice, según esto, muy desfavorable para el nivel de muerte en la capital de España que, al contrario que el nivel de vida, parece que se disfruta mejor en Cataluña.
Coinciden tan esperanzadoras noticias con la que nos alerta de la preparación de sendos decretos dirigidos a «blindar» la práctica de los abortos provocados en cualquier plazo y supuesto, con objeto, al parecer, de proteger la intimidad de gestantes y abortorios, garantizando de paso la deseada muerte de la criatura sin mayores consecuencias.
Noticias todas ellas que sin duda verá con buenos ojos ese original presidente de una sociedad de bioética, quien, en nombre de la ídem, reclama los mismos objetivos que los visitantes de Bermejo y que, en sus declaraciones a este diario, ha dado un titular que lo dice todo sobre su particular entendimiento del derecho a la vida: «No has pedido nacer y no te dejan morir como tú quieres». Queja que resume toda una filosofía.
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