María Dolores Vilacoro: «El paciente necesita afecto y ser escuchado»

 El cuidado de sus ocho hijos le impidió sacar el tiempo necesario para estudiar medicina, pero se ha dedicado a ella desde otro punto de vista complementario: el de la bioética.

Marta Esteban – Jueves, 21 de Mayo de 2009 – Actualizado a las 00:00h.

María Dolores Vilacoro

 

El nombre de María Dolores Vilacoro siempre ha estado ligado a la bioética y a los derechos humanos. Directora de la Cátedra de Bioética de la Unesco y vocal del Comité Director de Bioética del Consejo de Europa, Vilacoro aborda la visión de este área desde dos puntos de vista: el del derecho y el de la medicina.

¿A quién interesa más la bioética, a médicos o a juristas?

-Ante los avances biotecnológicos y científicos, los profesionales de la sanidad se plantean la aplicación de la bioética a los seres humanos.

  • A veces se confunde lo que es la ley con lo que es lícito moralmente. Las normas enarbolan banderas de falsa libertad y eso confunde a la sociedad.

Los juristas se encuentran con las consecuencias derivadas de la adecuada aplicación o no de la lex artis y se preguntan si las leyes se ajustan a la naturaleza de las realidades que regulan.

Tiene hijos que han cursado la carrera de Medicina. ¿Alguna vez le hubiera gustado cambiar su visión jurídica de la sanidad por un punto de vista puramente clínico?

  • El Derecho y la Filosofía me han ayudado a saber que las leyes, para ser verdaderas, deben adecuarse a la naturaleza de las cosas

-Me hubiera gustado estudiar Medicina, pero con 8 hijos y mi trabajo era difícil sacar tiempo para las prácticas. Por eso me decanté por el Derecho y más tarde por la Filosofía.

Ambas disciplinas me enseñaron a pensar con rigor, usar con precisión el lenguaje y saber que las leyes, para ser verdaderas, deben adecuarse a la naturaleza de las cosas. Pude estudiar ayudante técnico sanitario, que me ha sido muy útil para comprender la parte científica de la Bioética.

¿Qué inquietudes le transmiten sus hijos médicos?

-Que tenemos grandes profesionales que sólo buscan el bien del enfermo, pero la masificación de la sanidad en España impide proporcionarle una parte importante de la terapia: el afecto de una palmadita, la sonrisa de complicidad, la comprensión, la escucha de una lejana historia familiar, etcétera.

Desde su experiencia como directora de la cátedra de la Unesco, ¿en qué cree que ha cambiado la bioética en los últimos años?

-En cuanto a la estrategia no ha cambiado nada. Es el campo de juego de dos visiones contrapuestas del ser humano. Para el materialista, el hombre es fruto del azar; una forma más de movimiento de la materia, y el valor del individuo está subordinado al grupo, al partido, al Estado, a la ciencia.

Para otros, el hombre tiene dignidad, que es el máximo valor que se puede predicar de un ser, y las instituciones están a su servicio para que se realice plenamente como persona.

¿Qué mecanismos deben ponerse en marcha para que ocupe el papel principal que le corresponde?

-Ante todo, informar, y si pensamos con rigor veremos cómo muchas prácticas se descartan por reducción al absurdo. Por ejemplo, la ley de plazos.

Si el límite para abortar lo pone el legislador, ¿por qué no esperar a que el niño haya nacido para constatar sus deficiencias y evitar errores y eliminarlo a los dos o tres años si su desarrollo no es normal?

¿Se ha deshumanizado la sociedad y los poderes públicos?

-Los poderes públicos hacen las leyes, que tienen un efecto docente.

A veces se confunde lo que la ley permite con lo que es lícito moralmente. Hoy las leyes legalizan conductas, atribuyen derechos y enarbolan banderas de falsa libertad, que en realidad esclavizan al hombre. La sociedad se encuentra confundida.

Como madre de 8 hijos y abuela de 18 nietos, ¿qué opinión le merece la posibilidad de que las adolescentes puedan abortar sin consentimiento?

-Desde el sentido común considero que es un monumento a la irresponsabilidad que anima a la niña a no ser consecuente con sus actos: crea hostilidad en el santuario de la familia, y con la mayor frivolidad se deshace uno de un ser humano porque no está en sus planes.

Se rompe así el vínculo más profundo y sagrado que es el que une a la madre con el hijo.

http://www.diariomedico.com/2009/05/21/area-profesional/entorno/paciente-necesita-afecto-escuchado

 


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