Elena Martín Hortigüela, cirujana pediátrica del Hospital General de Alicante, considera que no debe hablarse de eutanasia neonatal, sino de finalizar la vida, «porque el concepto de eutanasia está relacionado con autonomía y voluntad propia y los niños no pueden tomar decisiones ni tienen valores personales». Así lo ha señalado Martín durante su intervención en la clausura del Máster de Bioética de la Universidad Católica de San Antonio de Murcia.
Pilar Laguna. Murcia 28/01/2009
La cirujana ha subrayado la dificultad de las decisiones éticas ante resultados inciertos como la presunta inviabilidad de la vida por malformaciones congénitas y la prematuridad límite. «El problema se da en la sala de partos ante la gran incertidumbre pronóstica del recién nacido. ¿Se le reanima? ¿Se le pone un tratamiento agresivo para luego retirarlo?».
A favor de la vida
Se trata de una difícil decisión que no puede ser intuitiva y que, en principio, se dirigirá siempre a la vida, aunque en situaciones extremas será buena praxis limitar el tratamiento. Explica que algunos protocolos establecen semanas mínimas de gestación, pero en el rango de 22, 25 ó 26 semanas cada día aumenta un 2 por ciento la supervivencia. «Inicialmente hay que apostar por la vida con pronósticos individualizados y, por supuesto, contando con las posibilidades del hospital. Si además de gran prematuridad hay malformaciones, se buscan soluciones quirúrgicas, aunque no se trata de prolongar la vida a toda costa con gran morbilidad».
Desde los años 80 los avances tecnológicos en UCI no han logrado aumentar la supervivencia, pero sí la morbilidad, generalmente con ceguera,sordera, retrasos mentales y afectaciones neurológicas. El grupo de estudios de la Confederación de Pediatras Europeos – hoy Academia Europea de Pediatras- estableció en 2002 que una minusvalía no es suficiente para detener un tratamiento e hizo un rechazo explícito de las formas de muerte intencional en neonatos.
Ante el recién nacido en condiciones límite los criterios para asegurar los principios de igualdad de la vida y de no discriminación se enfrentan a otros como el de calidad de vida futura, entendida como ausencia de sufrimiento físico persistente y la capacidad de relacionarse con los demás. «No hay criterios médicos fiables para valorar la supervivencia del neonato. No es blanco o negro, vivir o no vivir, sino cómo vivir. Pero la calidad de vida es un estado subjetivo de bienestar que no significa lo mismo para todas las personas».
http://www.diariomedico.com/edicion/diario_medico/normativa/es/desarrollo/1198665.html