Interrupción del embarazo; un derecho de género

ALBERTO MERCADO

Actualmente el Poder Legislativo estudia una iniciativa propuesta por la asociación Mexicanos por la Vida de Todos; con dicha iniciativa, esta asociación pretende que los diputados reformen los artículos 4 y 15 de la Constitución Política del Estado con el objetivo de reconocer y proteger la vida desde la concepción, es decir, que se plantea la prohibición constitucional a interrumpir el embarazo independientemente de la forma en que se haya realizado.

El tema de la interrupción del embarazo o el aborto nunca ha sido un asunto fácil de tratar, debido a que implica aspectos de la más diversa índole: científicos, filosóficos y religiosos, desgraciadamente en el debate más que argumentos científicos, laicos o democráticos, suelen esgrimirse cuestiones relacionadas con las emociones, dogmas, fanatismos y concepciones moralistas. Así pues, el tema del aborto en nuestro estado deberá discutirse sin descalificaciones, sin presiones, bajo un marco de tolerancia y prevaleciendo los avances científicos y biológicos.

Contrapuesto radicalmente a la iniciativa presentada por esta asociación, el mundo progresa hacia la legalización del aborto, según la Organización Mundial de la Salud, de 193 países; 189 lo permiten para salvar la vida de la madre, 122 para preservar la salud física de la mujer, 120 lo permiten para preservar la salud mental de la mujer, 83 lo permiten en caso de violación o incesto, 76 en caso de deterioro del feto y 61 países lo permiten a solicitud de la mujer después de un determinado número de semanas. Esta última modalidad adoptada por 61 países y que en abril de 2007 se sumo el Distrito Federal, es la que permite la interrupción voluntaria del embarazo reconociendo el derecho que tiene la mujer de decidir sobre su cuerpo y sobre su vida, permite a la mujer a decidir con libertad, sin obligar a nadie.

En México, los datos estadísticos que tenemos sobre el aborto son disímiles de una autoridad a otra, esto es entendible, pues esta práctica es sancionada penalmente en nuestro país, además de los prejuicios sociales y religiosos que implica; sin embargo, la Comisión Nacional de Bioética estima que 40 por ciento de los embarazos son indeseados, de los cuales el 17 por ciento concluyen en un aborto y el 23 por ciento restante en un nacimiento de un hijo no deseado; asimismo, estiman que en 2005 se realizaron en nuestro país un millón 200 mil abortos, lo cual es sumamente preocupante.

Uno de los mitos más utilizados en el mundo por los grupos conservadores o extremistas es el que versa sobre la existencia de vida desde la fecundación, argumento que ha pasado a ser obsoleto ante los avances tecnológicos y científicos de nuestra era, que han demostrado que antes de las 12 semanas de gestación no existe actividad cerebral alguna en el embrión, pues aún no se ha formado su corteza cerebral, por lo cual no es ni un ser humano ni un individuo biológicamente caracterizado, es decir, que no existe en él “vida humana”. A diferencia de la “vida humana” tenemos el término vida que sí tienen las células, las plantas, las bacterias, pero que no podemos considerarlos como entes humanos. Aunado a esto, las cortes internacionales han llevado a cabo una ponderación de los bienes constitucionales en conflicto, es decir, que han sopesado cuál derecho constitucional es el que debe tutelar el Estado, a lo que han resuelto la ponderación de la vida y la salud de un ser humano plenamente desarrollado como la madre, por encima de la vida potencial de un embrión.

En países con altos niveles de desarrollo democrático, el tema del aborto está saldado, pues en un sistema democrático se respeta la autonomía de las personas, la democracia es sinónimo de laicismo, la democracia es sinónimo de tolerancia, la democracia es pluralidad, la democracia es contraria al fanatismo, la superstición y al pensamiento único, países tan católicos como Austria, Francia o Italia, países cristianos no católicos como Alemania, Grecia o Suiza y hasta países musulmanes como Túnez y Turquía han priorizado el respeto a los derechos humanos sobre sus creencias o dogmas religiosos.

El tema de la interrupción del embarazo debiera ser exclusivo de la mujer, con la obligatoriedad de continuar con un embarazo no deseado, se le está orillando a padecer dificultades sociales, económicas, profesionales que rompen con su derecho constitucional de igualdad. Rompen con su proyecto de vida. Si en Jalisco no avanzamos hacia la posibilidad de que algún día la mujer decida sobre su cuerpo, no debemos por ningún motivo retroceder con iniciativas como la que promueven grupos de ultraderecha, que con argumentos como el que una célula tiene vida y por lo tanto es una persona, no sólo atenta contra los derechos humanos de la mujer, pues también a los hombres nos pone en riesgo de que el día de mañana se prohíba constitucionalmente darnos autoplacer, pues con cada eyaculación que tengamos estaremos matando a millones de personitas inocentes.

Les recomiendo para adentrarse a este importante tema, la obra del doctor Jorge Carpizo titulada La interrupción del embarazo y la eutanasia, editada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y la cual he retomado para esta columna.

albertomercado.mx@gmail.com


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