La investigación es su vida y no debe hacerlo nada mal, pues le llueven los premios. Desde la autoridad de su éxito pide a la Administración que conceda mayores recursos.
Gonzalo de Santiago – Martes, 21 de Abril de 2009 – Actualizado a las 00:00h.
Iñigo de Miguel Beriain, investigador de la Cátedra Interuniversitaria (Universidad del País Vasco-Universidad de Deusto) de Derecho y Genoma Humano -que financian la Diputación Foral de Vizcaya y la Fundación BBVA-, ha recogido el VII Premio Internacional Junta General del Principado de Asturias-Sociedad Internacional de Bioética.
¿Qué supone ganar un galardón después de una labor tan callada?
-Es algo maravilloso. Ya he conseguido los dos premios que se dan en España [hace dos años se le concedió el de la Fundación Víctor Grífols y Lucas], por lo que se puede considerar que me he cortado la coleta.
Los científicos no son el tipo de personas que buscan la destrucción de la humanidad sólo porque no saben qué hacer un domingo por la tarde
Le queda hacer las Américas, como los toreros…
-No, de momento no, pero sí que es cierto que en España no se da el mismo apoyo institucional a la Bioética que en otros países, donde hay más reconocimiento y más dinero de por medio.
¿Está pidiendo más apoyo de las instituciones públicas?
-Lo que estoy diciendo es que queremos tener comités de ética de investigación clínica, grupos que investiguen, etc., y el problema es que en España mucha gente lo está haciendo gratis.
Para ser claros: hace falta dinero…
-Sí, me gustaría que existiera mayor inversión pública y a su vez que se estudiara más Bioética en las universidades; que se introdujera en algunas carreras y que fueran los bioéticos o los juristas los que se encargaran de impartirla.
¿Se está produciendo la tan temida fuga de talentos?
-De momento no, pero sí que se generan atascos en el funcionamiento general. La gente pone su mejor voluntad en que las cosas salgan bien, pero no es lo mismo tener a una persona que trabaja profesionalmente y que destina parte de su tiempo a un comité ético que tener a gente que saca esto adelante como buenamente puede. No creo que funcionen mal las cosas, pero todo es mejorable.
Muchos bioéticos mantienen que el principal problema está en la falta de formación bioética. ¿Está de acuerdo?
-Sin duda. Para mí es la cuestión esencial. Los comités tienen su importancia, pero lo más relevante es que no hay una formación real. En eso están de acuerdo la mayoría de los bioéticos.
En el trabajo premiado hace una defensa de las nuevas biotecnologías, ¿por qué?
-Defiendo que el desarrollo de la biotecnología es bueno porque nos da muchas posibilidades de actuar. También es verdad que genera nuevos problemas. Obviamente, hay un lado oscuro.
¿A qué se refiere?
-El riesgo es inherente a la ciencia; hay veces en las que la prueba no tiene marcha atrás.
Es decir, que estamos en manos de los investigadores…
-Básicamente sí, sobre todo en función de su propensión al riesgo.
Los científicos no son el tipo de gente que busca la destrucción de la humanidad porque no sabe qué hacer un domingo por la tarde; pero claro, hay gente más proclive a correr riesgos.
¿No jugamos a veces a ser dioses?
-Es que el ser humano no tiene en principio otro remedio. Lo ideal sería que Dios nos indicase el camino, pero esto no siempre ocurre y al final acabamos siendo nosotros los que decidimos cuándo transformamos el mundo y cuándo no. Decidir no transformarlo también es una decisión de dioses. Por ejemplo, en Afganistán los talibanes decidieron prescindir de la medicina moderna.
http://www.diariomedico.com/2009/04/21/area-profesional/entorno/riesgo-es-inherente-ciencia