Según Fisichella, este tipo de experimentaciones se suelen presentar bajo el “rostro consolador de quien querría mejorar físicamente la especie humana”, tal y como demuestran diversos proyectos de orden científico, biológico, médico, social y político. Sin embargo, dichos proyectos acaban practicando la eugenesia “en nombre de un cierto concepto de la normalidad”.
Mentalidad reductiva
Esta mentalidad reductiva tiende a considerar “que hay personas que tienen menos valor que otras, ya sea a causa de sus condiciones de vida, tales como la pobreza o la falta de educación, como a causa de sus condiciones físicas, como por ejemplo los discapacitados, los enfermos psíquicos, las personas en estado vegetativo o las personas ancianas con graves patologías”.
Según Fisichella, el riesgo de que, poco a poco, la experimentación genética vaya tomando esta deriva no es “sólo teórico sino un hecho” y se corresponde con una mentalidad “que tiende lentamente pero inexorablemente a difundirse cada vez más”.
Además, ha señalado que la Iglesia está “llamada a expresarse” en todas las cuestiones relacionadas con el inicio, el desarrollo y el final de la vida.