14:45 – 11/11/2008
MADRID, 11 (EUROPA PRESS)
A su juicio, en la bioética se dan dos posturas extremas: la de no tocar nada y la de pensar que todo está permitido. «En el campo de la bioética, hay que darse cuenta y hay que dar cuenta de lo que se hace», explicó. Por este motivo, indicó que es necesario esperar «porque no bastan las buenas intenciones cuando no se sabe adonde podemos llegar».
«No hagamos ya todo lo que se puede hacer, vamos a pensarlo un poco más, no pisemos donde los ángeles temen entrar», advirtió. Así, señaló que «los problemas bioéticos no suelen surgir cuando se trata de curar o paliar males», sino cuando se trata de mejorar: de aumentar la inteligencia o cambiar el carácter.
Lo malo de querer mejorar a las personas por procedimientos genéticos, añadió Savater, «es que eso siempre vendrá de alguien que programará a otros, rompiendo así la simetría y la reciprocidad que caracterizan y deben caracterizar las relaciones entre los seres humanos».
Por su parte, también durante la inauguración, el patrono de la Fundación Gregorio Marañon, el profesor Diego Gracia, que analizó el libro ‘Vocación y ética’ en el que Marañón reivindica la vocación entendida en el sentido radical, recordó que, en su época, la derecha católica defendía unos códigos deontológicos, basados en la ley natural y encaminada a sancionar la conducta de los profesionales.
Frente a esa tendencia, Marañón defiende la vocación como llamada interior, como respuesta al propio destino que se impone desde el fondo insobornable de la persona.