El análisis coste-beneficio debe hacerse de forma global

Analizar económicamente las prestaciones sanitarias puede sonar ante oídos inexpertos a mercantilizar la asistencia. Sin embargo, un estudio global de coste-beneficio permite no sólo ahorrar, sino ayudar a que las decisiones tomadas sean las mejores para todos.

Enrique Mezquita. Valencia 25/09/2008
En nuestro país, cuando se habla de apostar por las políticas de salud que sean más coste-efectivas, la población se echa a temblar y piensa que ese anuncio es el primer paso para un recorte de prestaciones o el endurecimiento de las condiciones para acceder a ellas. Sin embargo, Andrew Jones, profesor de Economía en la Universidad de York, en Reino Unido, ha destacado que el análisis coste-beneficio que se hace en economía de la salud no debe generar conflictos, «ya que es un abordaje integral, lo cual implica que las decisiones que permite tomar son las mejores en términos de salud global de la población y, por tanto, socialmente aceptables».

Según Jones, que ha impartido un curso sobre la evaluación económica de las políticas de salud en la III Escuela de Verano en Negocios y Economía de Valencia, «la única fuente de conflictos puede partir de algo tan evidente como que los recursos son limitados, lo que obliga a los políticos a descartar otros programas o iniciativas».

Otras malinterpretaciones pueden surgir «porque la mayoría de la gente no entiende la terminología que se emplea en la evaluación de las políticas públicas», llegando a la conclusión de que coste-eficiencia y sanidad pública son conceptos prácticamente antagónicos. Jones, que desconoce cuál es la situación actual en España, sí ha podido señalar que «en Reino Unido, los métodos para evaluar las políticas de salud ya están plenamente integrados tanto en el Ministerio de Sanidad como en algunos departamentos relacionados con su diseño». En ellos se tiene en cuenta tanto la evaluación económica como aspectos relacionados con las tecnologías de salud, entre otros.

Cómo evaluar
Para evaluar las políticas de salud ya existentes «de una manera fiable y creíble, son necesarios métodos que nos permitan un abordaje objetivo y medible. Los experimentos naturales son los más válidos, pero en su ausencia se puede apostar por otros que den medidas lo más parecidas posibles. Y la principal condición que requieren es la aleatoriedad».

Un ejemplo de experimento natural recogido en la literatura sobre económica de la salud es el que surgió a raíz del programa Progreso, impulsado por el Gobierno mexicano. «El punto de partida era comprobar si dar dinero a las familias, previo cumplimiento de unas condiciones de higiene, alimentación, etc., mejoraba la salud de los niños. Pero como no tenían dinero suficiente para financiar todo el proyecto, se decidió de forma aleatoria repartirlo entre un grupo de familias, lo cual permitió comparar sus resultados con el grupo similar que no lo recibió».

Circunstancias
En otras ocasiones la ausencia de un hecho aleatorio en el diseño inicial del experimento requiere la búsqueda de alternativas, que pueden ser un hecho imprevisto o al que nadie puede anticiparse.

Por ejemplo, «cuando se reunificó Alemania, el gobierno occidental decidió hacer una transferencia de un día para otro de población alemana en el Este y, al tratarse de una situación inesperada, se pudo emplear para analizar si afectaba a la salud o no».

http://www.diariomedico.com/edicion/diario_medico/gestion/es/desarrollo/1168486.html

 


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