Se retoma este blog cuando se cumplen 67 años de la explosión de un artefectato diseñado por los hombres, denominado Littel Boy, sobre la ciudad japonesa de Hiroshima y a pocas horas de que, tras meses de viajes, un artilugio de misma autoría y de nombre Curiosity haya alcanzado el suelo de Marte.
Es pues un día que invita a la paradoja. En ambos el ingenio humano expresado en forma de tecnología marca un hito en su historia. Si el primero nos muestra de forma estremecedora la posibilidad de la técnica como destrucción de lo humano por los propios hombres, con la simple acción de pulsar un botón, como refería Günter Anders, también podemos sospechar de la misma simpleza en el inicio de la expresión de lo humano, en su forma de conocimiento y proyección más allá de los límites confinatorios de nuestro planeta para intentar indagar sobre la universalidad de lo que hemos denominado vida. Es esta la encrucijada en la que se desarrolla la bioética, la de decidr de todas las posibilidades que se presentan ante los hombres aquellas que representan lo mejor de lo que, como humanidad, somos capaces.
Es tarea de la bioética, así al menos lo entiendo, el favorecer un adecuado discernimiento, una elección por una sabiduría radicada en su propia capacidad de razonar, valorando principios, circunstancias y consecuencias en relación a la vida humana y como se ve influida por la ciencia y la técnica, cuyo desearrollo acompaña a la humanidad desde sus albores.
Si bien el abanico de posibilidades que la bioética nos ofrece es amplia, serán los problemas relacionados con la salud aquellos que principalmente aborde, sin quedar cerrado a otros ámbitos en los que este tipo de reflexión puede tener sentido.
Como administrador de la web animo a todos aquellos que quieran participar y quedo a su disposición.
José A. Navarro