MADRID.- Carlos Cristos, el médico protagonista e inspirador del documental ‘Las alas de la vida’, falleció el 26 de abril a los 51 años en su domicilio de Sa Cabaneta (Mallorca).
Médico de familia comprometido con la sanidad pública, su visión humanista de la medicina le llevó a realizar también tareas de divulgación, con un espacio de salud en Radio Nacional que estuvo en emisión muchos años, hasta que el avance de la enfermedad que padecía, atrofia sistémica múltiple, le hizo muy difícil la locución.
Carlos Cristos contribuyó a la formación de diversas asociaciones profesionales de medicina familiar, participó como médico voluntario en Ruanda, fue miembro de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) y elaboró diversos artilugios para ayudar en su vida cotidiana a las víctimas de su enfermedad.
Sus manos y su paciencia le hicieron también experto en la recuperación de instrumentos de música tradicionales. Fue miembro de grupos de música popular gallega, tocó diversos instrumentos y compuso varias piezas, una de las cuales, «Chegando a mil», es el leitmotiv de la banda sonora de «Las alas de la vida».
Cuando fue diagnosticado de atrofia sistémica múltiple, rara enfermedad neurodegenerativa irreversible, se enfrentó a su situación con decisión y entereza. Mantuvo su actividad física e intelectual, investigó su propio padecimiento y se convirtió, por Internet, en consejero de enfermos de la afección de todo el mundo.
Carlos Cristos ideó y animó el largometraje «Las alas de la vida«, dirigido por su amigo Antoni P.Canet. El documental acompaña a Carlos Cristos durante sus últimos años, y da cuenta «no sólo de la experiencia humana» de la muerte, sino también «del estado de la investigación científica, de las esperanzas de los seres humanos, de su coraje, de sus preocupaciones, de sus éxitos y fracasos, de las reflexiones sobre la vida y su valor».
Realizarlo supuso tres años de rodaje, de 2003 a 2006, con un reducido equipo que se trasladaba a la casa del matrimonio formado por Carlos Cristo y Carmen Font, una semana al mes, para grabar un testimonio cargado de «sinceridad, transparencia y dignidad», como explicó el director durante la presentación del documental, al principio del cual Cristo «prometía al espectador que iba a hablar de la vida y de la muerte con una sonrisa».
La película, que se utilizará como material escolar en Francia durante el curso 2008-2009, obtuvo el premio al mejor documental de la Seminci de Valladolid (2007).