No obstante, el valor de la consciencia difiere culturalmente. En el mundo anglosajón todos los pacientes le dan un valor muy alto, mientras en España los enfermos puntúan menos la consciencia, y mucho menos sus familiares. «No nos puede por ello llamar la atención que sean los familiares quienes pidan la sedación del paciente».
Término peyorativo
Según el especialista, «hemos pasado de hablar de sedación terminal a sedación paliativa, porque el primer concepto induce a pensar que el objetivo final es provocar el final de la vida, cuando el fin de la sedación no es éste, sino aliviar el sufrimiento producido por algún síntoma. Debemos evitar ese término de terminalidad, concepto bastante peyorativo para un paciente».
Alonso desgranó las características de la sedación en los cuidados paliativos. «Es un procedimiento bien definido, aceptable ética y jurídicamente y que debidamente practicado es recomendable en enfermedades terminales cuando no hay otras posibilidades terapéuticas, en situaciones de sufrimiento insoportable, no controlable, y en los que se prevé una muerte próxima». Por tanto, «la muerte debe esperarse en horas o días».
Con esta definición, el ponente diferenció claramente la sedación de la eutanasia. «No existe ninguna relación. Son cosas totalmente distintas. Con la sedación no se pretende causar la muerte del paciente, aunque esté implícita en la actuación».
Consentimiento necesario
Alonso explicó que es necesario el consentimiento informado (CI) del paciente que va a ser sedado. «Si el paciente es capaz, siempre hay que informarle. No podemos hacer una sedación sin un consentimiento explícito de un enfermo capaz». No hace falta que el paciente firme el CI, pero hay que consignar en la historia clínica que se le ha informado. Además, «el proceso de la toma de decisiones debe incluir al enfermo, a la familia y al equipo terapéutico».
Por otro lado, el ponente argumentó que no está nada claro que la sedación produzca claramente una disminución de la supervivencia. «Aplicada de forma adecuada, no reduce de forma ostensible la supervivencia de un paciente. Lo que es importante es valorar la supresión de la vida consciente».