Alberto Alonso: «Debe justificarse la privación de consciencia»

La consciencia es un valor del ser humano, por lo que para privarle de ella a un paciente que afronta el final de su vida debe justificarse sobradamente, según Alberto Alonso, especialista en paliativos. Alberto Alonso, de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital La Paz, en Madrid, se refirió a la importancia de la consciencia e inconsciencia cuando un paciente afronta sus últimas horas de vida. «La consciencia es una característica exclusiva del ser humano y, en principio, privar de ese estado a un enfermo que se está muriendo es un acto maleficente; no es que no debamos hacerlo nunca, pero tenemos que justificarlo sobradamente».
Gonzalo de Santiago 28/04/2008
Alonso, que participó en la VIII Jornada de Bioética en el Hospital Gregorio Marañón, organizada por la Asociación de Bioética de la Comunidad de Madrid, cree que morir con dignidad «no es prolongar la vida inútilmente con la ayuda de la tecnología, sino hacerlo sin sintomatología y en un entorno digno, y es el enfermo quien decide qué entiende por ello, ya que cada paciente es distinto y tiene la opción de decidir cuál es su calidad de muerte. En principio, si logramos que el paciente muera sin sintomatología es posible que pueda morir consciente, y morir en estado de consciencia es un bien».

No obstante, el valor de la consciencia difiere culturalmente. En el mundo anglosajón todos los pacientes le dan un valor muy alto, mientras en España los enfermos puntúan menos la consciencia, y mucho menos sus familiares. «No nos puede por ello llamar la atención que sean los familiares quienes pidan la sedación del paciente».

Término peyorativo
Según el especialista, «hemos pasado de hablar de sedación terminal a sedación paliativa, porque el primer concepto induce a pensar que el objetivo final es provocar el final de la vida, cuando el fin de la sedación no es éste, sino aliviar el sufrimiento producido por algún síntoma. Debemos evitar ese término de terminalidad, concepto bastante peyorativo para un paciente».

Alonso desgranó las características de la sedación en los cuidados paliativos. «Es un procedimiento bien definido, aceptable ética y jurídicamente y que debidamente practicado es recomendable en enfermedades terminales cuando no hay otras posibilidades terapéuticas, en situaciones de sufrimiento insoportable, no controlable, y en los que se prevé una muerte próxima». Por tanto, «la muerte debe esperarse en horas o días».

Con esta definición, el ponente diferenció claramente la sedación de la eutanasia. «No existe ninguna relación. Son cosas totalmente distintas. Con la sedación no se pretende causar la muerte del paciente, aunque esté implícita en la actuación».

Consentimiento necesario
Alonso explicó que es necesario el consentimiento informado (CI) del paciente que va a ser sedado. «Si el paciente es capaz, siempre hay que informarle. No podemos hacer una sedación sin un consentimiento explícito de un enfermo capaz». No hace falta que el paciente firme el CI, pero hay que consignar en la historia clínica que se le ha informado. Además, «el proceso de la toma de decisiones debe incluir al enfermo, a la familia y al equipo terapéutico».

Por otro lado, el ponente argumentó que no está nada claro que la sedación produzca claramente una disminución de la supervivencia. «Aplicada de forma adecuada, no reduce de forma ostensible la supervivencia de un paciente. Lo que es importante es valorar la supresión de la vida consciente».


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