Ramiro González Fandós • Ginecólogo y magister en Bioética
Si algo se le agradece a un experto en materia tan delicada como la bioética es que se le entienda perfectamente. Y Ramiro González Fandós (Zaragoza, 1947) habla claro como el agua
Jesús J. Matías
Angélica González / Burgos
Objeción de conciencia en la práctica clínica’ es el título de la conferencia que esta mañana da Ramiro González Fandós en el Hospital General Yagüe (a las 13 h.), un acto organizado por el área de Docencia y Formación del Complejo Asistencial de Burgos. González Fandós es autor de la ‘Guía ética de la objeción de conciencia’ editada por la Organización Médica Colegial y la Fundación Ciencias de la Salud, que preside Diego Gracia, presidente de la Comisión de Bioética de Castilla y León.
¿En qué ámbitos es más frecuente la objeción de conciencia en la práctica médica?
En aquellos que crean polémica, que son el origen y el final de la vida. El aborto, la anticoncepción -que sigue siendo polémica y moralmente condenada por algunos pensamientos religiosos-, la reproducción asistida… El aborto crea mucha polémica porque una mayoría social considera la vida como bien máximo, que está bien pensado, pero todo es relativo según el punto de vista desde el que se observe: la vida en un momento dado puede ser un valor secundario o terciario si la que se lleva es una calidad de vida muy mala o si las condiciones de viabilidad de un nuevo ser son malas. Entonces, la vida no es el valor máximo, a lo mejor lo es el bien de la madre u otra cosa.
¿Qué ha de hacer un médico para declararse objetor de conciencia? ¿Tiene que decirlo expresamente en su servicio o en su hospital o en el sistema de salud al que pertenece?
Lo primero que hay que hacer en la vida es ser auténtico y la objeción de conciencia es una autenticidad de tus valores, que son muy respetables. Si una persona considera que su escala de valores morales le impide aplicar un protocolo o una ley en según que aspectos pero no impide que se desarrolle sino que declina en otro compañero, a mí me parece respetable. Si yo soy objetor debo contar mi condición moral a mi jefe de servicio y si estoy en una institución pública, ésta debe saberlo porque tiene que conocer cuántos objetores existen para que el servicio no se interrumpa. Lo que no sería correcto es que en un equipo de guardia de Ginecología los tres miembros fueran objetores porque tienen que dar unos servicios reconocidos por ley y de ese modo no pueden hacerlo. Esto sería una mala dirección del servicio, del hospital y de la consejería.
Esto pasa en Burgos con respecto al aborto, que todos los ginecólogos son objetores y las mujeres tienen que ir a otra provincia… ¿Qué puede hacerse ante esta situación?
Se puede cambiar pero hay que tener la intención de hacerlo. Pues se deriva fuera porque hay que cumplir la ley.
¿Cabe la queja de la usuaria?
Cabe, pero las instituciones dicen que aunque entienden la incomodidad de trasladarse a otra provincia, están cumpliendo la ley.
¿Los ginecólogos tienen miedo a la reacción social de no declararse objetores?
Hombre, yo no lo he sentido en toda mi vida profesional. No sé qué decirte porque el miedo es muy subjetivo pero lo que sí creo es que si eres objetor auténtico, aparte de lo público, los colegios profesionales también tienen que saberlo y organizarlo con las instituciones para que no se cree un problema.
¿Hay objetores en la sanidad pública que dejan de serlo en la privada?
Vuelvo a lo mismo. Si se es auténtico, se objeta en todos los sitios. Lo otro es una doble moral.
¿Hay médicos que objetan a la anticoncepción?
Claro que los hay. En la autonomía en la que he estado viviendo toda mi vida hay una corriente religiosa muy intensa y muy clara que no receta anticonceptivos, solo lo natural.
¿Una chica de 16 años puede abortar sin el permiso paterno?
Por mi experiencia como ginecólogo y como hombre sé que a una mujer el abortar no le deja nunca un buen sabor de boca, nunca. Dentro queda algo, el instinto natural de madre, y eso a los 16 años o está mal desarrollado o ni está. La libertad del ser humano está en su cultura y en su información y una niña de 16 años, en general, dudo mucho que las tenga para tomar una decisión como ésta. El problema de fondo es que en España no hemos sabido hacer una educación sexual que funcione.
Los jóvenes tienen más información que formación…
Es eso. A mí me dejó perplejo en consulta una chica de 15 años que me pidió la píldora del día siguiente y le dije que bien, pero que tuviera claro que aquello no era un anticonceptivo sino un método de emergencia y que fuera a su centro de referencia a tener una entrevista con la educadora sexual que probablemente le aconsejaría un método de barrera. «¿Cómo le voy a decir a mi chaval, que confia en mí y yo le quiero, que se ponga un preservativo?», me contestó.
¿Qué le parece que esta píldora pueda venderse sin receta?
Un riesgo. ¿Quién sabe que esa niña no es muy fumadora -con el riesgo que supone tomar anticonceptivos- o que no tiene un problema hepático? Me parece que debe haber un filtro técnico, que no una censura. Igual si no quieren pasar por un médico, que sea una educadora o una trabajadora social, no sé, pero hay que formar a los adolescentes para que sean conscientes de sus decisiones.